En el fútbol como en su geografía y el modo de vida de
sus gentes, Croacia es un país de contrastes. Imprevisible,
sorprendente, extremista, capaz de lo mejor y de lo peor en un intervalo
corto. A priori, España se encontrará un equipo más duro y rocoso que
el visto en la última Eurocopa, donde los balcánicos cayeron ante
Turquía en cuartos por penaltis.
Tras arrollar a Irlanda en el partido
inaugural, se crecieron mentalmente y hallaron la fórmula para lograr un
valioso empate ante Italia que les coloca en condiciones de dar la
sorpresa. Buena parte de sus hombres están cuajados en grandes ligas
como la alemana o la inglesa. También tienden a ganarse la vida en el
emergente campeonato ruso.
Slaven Bilic confirmó ya antes del campeonato que no
seguiría -de hecho, ya ha firmado por el Lokomotiv de Moscú- pero eso no
distrajo a un grupo comprometido con el seleccionador, el país y la
bandera. Existe una tranquilidad inusitada porque hasta Luka Modric, al
que se le exige más presencia, ha dicho que no quiere saber nada de su
probable marcha del Tottenham hasta el cierre de la Eurocopa.
Croacia , fiel al 4-4-2 convencional, no firmó una
clasificación nada brillante. Pese a caer en un grupo muy sencillo,
junto a Grecia, Israel, Letonia, Malta y Georgia, la derrota ante esta
última república exsoviética les complicó la existencia. Acabaron
segundos y se vengaron de los turcos en la repesca. El 0-3 de Estambul
convirtió la vuelta en un trámite (0-0).
Aunque aún no ha brillado y el héroe es Mandzukic con sus
tres goles, el juego de Croacia gira en torno a Modric. Es el eje
creativo del equipo, aunque Bilic alterna sus posiciones. Le emplea de
mediocentro, donde arriesga demasiado y pierde balones peligrosos,
escorado a la izquierda o como enganche, donde más brilla. Precisamente,
cuando jugó en esa posición los balcánicos mejoraron sus prestaciones
en la segunda parte ante los italianos.
Vayamos por líneas. En la portería es indiscutible
Pletikosa. A sus 33 años, está lejos de ser el portero sobrio de hace
cuatro años. Aunque una grave lesión de rodilla le apartó dos años de
los campos, volvió y es uno de los líderes arlequinados. En la zaga, la
ausencia de Lovren hizo daño al bloque. Su reemplazo, Schildenfeld, es
menos técnico y resolutivo. Le acompaña Corluka, diestro, versátil,
bastante veloz y adaptable al lateral. Aunque dispone de variantes, en
los carriles se ha decantado en los dos partidos anteriores por Srna en
la derecha, agresivo, con buen golpeo y uno de los mejores jugadores
croatas de los últimos años, y Strinic en la izquierda, titular en el
Dnipro de Juande Ramos pero menos completo.
En el centro del campo todo queda condicionado por la
posición de Modric, que hasta ahora inició los dos partidos como
constructor. Si tiene su día, es un peligro porque juega y asiste. A su
lado, Bilic apuesta por un tipo más de brega como Vukokevic, el típico
medio moderno que, según dicen los expertos, da equilibrio. La banda
izquierda es un peligro. Por ahí entra Perisic, futbolista del Dortmund
llamado a convertirse en una de las revelaciones de la Eurocopa. Es
diestro pero se desenvuelve mejor a pierna cambiada. Posee velocidad,
desborde y un buen golpeo. En el Brujas llegó a marcar 22 goles antes de
recalar en el Dortmund. Y queda el sevillista Rakitic, un problema
hasta ahora porque es discontinuo y, pegado a la banda, se desorienta.
Le falta profundidad y tiende a venirse al centro.
Ojo a la delantera a pesar de la lamentada ausencia por
lesión de Ivica Olic, ariete suplente del Bayern de Múnich que se siente
mucho más importante en su selección. Su baja atribuye mayor
protagonismo a Mandzukic. Agresivo, móvil, con facilidad para caer en
las bandas. Se ofrece en corto y en largo, abre espacios y genera
alternativas. Además, está enrachado y, sobre todo de cabeza, ya
demostró ante los irlandeses que no se le puede dejar ni un metro. Y
Jelavic se hizo acreedor a un puesto en el equipo por su notable final
de temporada con el Everton, es listo, también se mueve bien.
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