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domingo, 28 de octubre de 2012

LA FAMILIA FALCAO ES FELIZ





“Detrás de todo cada gran hombre hay una gran mujer” es una frase que proviene del chiste del irrepetible Groucho Marx, que añadía la malsana coletilla (en referencia a la industria cinematográfica de la época en Hollywood) “y detrás de ésta, su esposa”. No es este último matiz el caso, por supuesto, de nuestro protagonista, el goleador colombiano Radamel Falcao (segundo nombre en honor al centrocampista brasileño que hizo campeona a la Roma). Pero sí es cierto que el papel de su mujer, la única, es tan decisivo en la trastienda como el suyo propio con sus goles de fábula, según fuentes muy próximas al jugador del momento.

¿Para qué seguir? Para su felicidad, lo que les importa a Falcao y esposa más allá de llenar aún más los bolsillos, en especial de otros. ¿Y por qué es decisiva? Porque es ella, la cantante y compositora argentina Lorelei  Dahiana Tarón, quien influirá en dónde jugará su marido estas próximas temporadas de plenitud. Y por ahora va ganando con claridad la aspiración de permanecer en el Atleti.

¿Sorpresa? Sí para algunos, los que sueñan con verle fuera. Pero es lo que hay ahora, pues ella sólo ve felicidad en su entorno, en su presencia en el Atlético, foco de todas las miradas aunque sin competitividad ni presión abrumadoras, con resultados a favor a la espera de llegar a jugar la ansiada Champions League…  

Ella, tan religiosa como él (en una iglesia evangélica bonaerense se conocieron), guapa rubia natural de 1,65 descendiente de alemanes de la localidad fronteriza con Paraguay de Misiones, es, por tanto, la que ahora mismo no se plantea que la pareja complique su existencia con el vértigo de un traspaso mediático y decepcionante para la gente rojiblanca que los adora. Ya sea al Real Madrid, al Chelsea o al Manchester City, menos aún al fútbol ruso, los únicos que podrían ahora mismo competir económicamente por su fichaje de casi 60 millones de euros y un sueldo quintuplicado con más comisiones por el camino que el mítico caso Figo en su puente aéreo Barça-Madrid de la época Gaspar-Florentino.

Porque aquí, en el caso más trascedente en la actualidad del mundo del ‘ficherío’ mundial (sólo comparable al secreto de la corona de dónde entrenará próximamente Josep Guardiola), no van a decidir ni el voraz Jorge Mendes y su fondo de inversión, ni Miguel Ángel Gil ni, mucho menos, Enrique Cerezo, ni tampoco el padre y el tío de Radamel, Alex García.

Estos dos, entre comillas o sin ellas, metieron la pata de abusar con el concepto de que a su hijo y sobrino lo que le gustaría, por encima de todas las cosas, sería jugar en el Real Madrid, su club de pequeñito.

Niño Falcao, por cierto, que a los 15 años ya dejó el fútbol colombiano (Lanceros de Boyacá) para formar parte de la cantera de River Plate (el juvenil de octava división), de por sí un club mundialmente gigante y que seguramente satisfacía los colores futbolísticos del pequeño Radamel. Un suponer de más realismo y menos realista (adecuado juego de palabras).  

Además, en la paternal actitud se esconde la visión siempre más competitiva y profesional de ir mejorando a pasos forzados como es la de un ex jugador como él, Radamel Enrique García King, que en su época de futbolista vistió la camiseta del Independiente de San Fe y luego de otros clubes colombianos y venezolanos. Además de su famoso hijo con el 9 a la espalda del Atlético, autor de seis goles en tres finales europeas (dos de Europa League y una Supercopa de Europa), ese gen competitivo del padre también lo llevan sus hijas, las hermanas de El Tigre, Melania y Michelle, ambas tenistas.

Casado en por el rito católico evangelista con la cantante el 12 de diciembre de 2007, los Falcao, Radamel hijo y Lorelei  Dahiana, forman un matrimonio muy bien avenido desde entonces. Y ella respira paz en el Atlético de Madrid al ver feliz a su esposo. Es lo que asegura la continuidad.


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