“Detrás de todo cada gran hombre hay una
gran mujer” es una frase que proviene del chiste del irrepetible
Groucho Marx, que añadía la malsana coletilla (en referencia a la
industria cinematográfica de la época en Hollywood) “y detrás de ésta,
su esposa”. No es este último matiz el caso, por supuesto, de nuestro
protagonista, el goleador colombiano Radamel Falcao
(segundo nombre en honor al centrocampista brasileño que hizo campeona a
la Roma). Pero sí es cierto que el papel de su mujer, la única, es tan
decisivo en la trastienda como el suyo propio con sus goles de fábula,
según fuentes muy próximas al jugador del momento.
¿Para qué seguir? Para su felicidad, lo
que les importa a Falcao y esposa más allá de llenar aún más los
bolsillos, en especial de otros. ¿Y por qué es decisiva? Porque es ella,
la cantante y compositora argentina Lorelei Dahiana Tarón, quien
influirá en dónde jugará su marido estas próximas temporadas de
plenitud. Y por ahora va ganando con claridad la aspiración de
permanecer en el Atleti.
¿Sorpresa? Sí para algunos, los que
sueñan con verle fuera. Pero es lo que hay ahora, pues ella sólo ve
felicidad en su entorno, en su presencia en el Atlético, foco de todas
las miradas aunque sin competitividad ni presión abrumadoras, con
resultados a favor a la espera de llegar a jugar la ansiada Champions
League…
Ella, tan religiosa como él (en una
iglesia evangélica bonaerense se conocieron), guapa rubia natural de
1,65 descendiente de alemanes de la localidad fronteriza con Paraguay de
Misiones, es, por tanto, la que ahora mismo no se plantea que la pareja
complique su existencia con el vértigo de un traspaso mediático y
decepcionante para la gente rojiblanca que los adora. Ya sea al Real
Madrid, al Chelsea o al Manchester City, menos aún al fútbol ruso, los
únicos que podrían ahora mismo competir económicamente por su fichaje de
casi 60 millones de euros y un sueldo quintuplicado con más comisiones
por el camino que el mítico caso Figo en su puente aéreo Barça-Madrid de
la época Gaspar-Florentino.
Porque aquí, en el caso más trascedente en la actualidad del mundo del ‘ficherío’ mundial (sólo comparable al secreto de la corona de dónde entrenará próximamente Josep Guardiola), no van a decidir ni el voraz Jorge Mendes y su fondo de inversión, ni Miguel Ángel Gil ni, mucho menos, Enrique Cerezo, ni tampoco el padre y el tío de Radamel, Alex García.
Estos dos, entre comillas o sin ellas,
metieron la pata de abusar con el concepto de que a su hijo y sobrino lo
que le gustaría, por encima de todas las cosas, sería jugar en el Real
Madrid, su club de pequeñito.
Niño Falcao, por cierto, que a los 15
años ya dejó el fútbol colombiano (Lanceros de Boyacá) para formar parte
de la cantera de River Plate (el juvenil de octava división), de por sí
un club mundialmente gigante y que seguramente satisfacía los colores
futbolísticos del pequeño Radamel. Un suponer de más realismo y menos
realista (adecuado juego de palabras).
Además, en la paternal actitud se
esconde la visión siempre más competitiva y profesional de ir mejorando a
pasos forzados como es la de un ex jugador como él, Radamel Enrique
García King, que en su época de futbolista vistió la camiseta del
Independiente de San Fe y luego de otros clubes colombianos y
venezolanos. Además de su famoso hijo con el 9 a la espalda del
Atlético, autor de seis goles en tres finales europeas (dos de Europa
League y una Supercopa de Europa), ese gen competitivo del padre también
lo llevan sus hijas, las hermanas de El Tigre, Melania y Michelle,
ambas tenistas.
Casado en por el rito católico
evangelista con la cantante el 12 de diciembre de 2007, los Falcao,
Radamel hijo y Lorelei Dahiana, forman un matrimonio muy bien avenido
desde entonces. Y ella respira paz en el Atlético de Madrid al ver feliz
a su esposo. Es lo que asegura la continuidad.
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