Ya se avisaba desde los diferentes frentes que el duelo ante el Granada podía considerarse como un encuentro 'trampa', por la teórica debilidad del rival y el hecho de estrenar hombre en el banquillo, y lo cierto es que desde el minuto uno se vio a un conjunto nazarí mejor plantado en el campo que el Betis, con el dominio absoluto del balón y de las ocasiones.
No en vano, apenas habían pasado diez minutos cuando el conjunto dirigido por Abel Resino ya contaba con dos saques de esquina a favor, que sirvieron de prolegómeno al primer tanto visitante. Corría el minuto 13 de partido cuando, tras una jugada colectiva, Martins cedió el balón a Ighalo, que con un derechazo superó por bajo a Casto para poner el 0-1 en el luminoso.
Con el marcador en contra, el Betis reaccionó poco a poco, ganando metros. Sin embargo, el dominio del balón era completamente nazarí, pero los de Pepe Mel estiraron líneas y, fruto de ello, llegó la mejor ocasión heliopolitana, con un disparo de Salva Sevilla desde la frontal que se marchó alto por muy poco cerca de la media hora de juego. Pero fue un espejismo. El Betis estaba desconocido y, mientras tanto, el Granada seguía ganando metros gracias a las internadas por banda de Dani Benítez y Franco Jara, que superaban una y otra vez a los laterales verdiblancos.
Así las cosas, el Granada pudo ampliar su ventaja en el 35', cuando un pase de Franco Jara desde la derecha encontró a Martins, pero el disparo del luso, fuerte y ajustado al palo, fue atajado no sin dificultad por Casto. Poco después, el acierto del extremeño se iba a tornar en error ya que, al borde del 40', un contragolpe de los nazaríes acabó con una salida en falso de Casto -que no acertó a hacerse con la pelota-, cayendo el balón en los pies de Franco Jara, que cedió a Martins para que, a placer, pusiera el 0-2 con el que se llegó al descanso.
No en vano, apenas habían pasado diez minutos cuando el conjunto dirigido por Abel Resino ya contaba con dos saques de esquina a favor, que sirvieron de prolegómeno al primer tanto visitante. Corría el minuto 13 de partido cuando, tras una jugada colectiva, Martins cedió el balón a Ighalo, que con un derechazo superó por bajo a Casto para poner el 0-1 en el luminoso.
Con el marcador en contra, el Betis reaccionó poco a poco, ganando metros. Sin embargo, el dominio del balón era completamente nazarí, pero los de Pepe Mel estiraron líneas y, fruto de ello, llegó la mejor ocasión heliopolitana, con un disparo de Salva Sevilla desde la frontal que se marchó alto por muy poco cerca de la media hora de juego. Pero fue un espejismo. El Betis estaba desconocido y, mientras tanto, el Granada seguía ganando metros gracias a las internadas por banda de Dani Benítez y Franco Jara, que superaban una y otra vez a los laterales verdiblancos.
Así las cosas, el Granada pudo ampliar su ventaja en el 35', cuando un pase de Franco Jara desde la derecha encontró a Martins, pero el disparo del luso, fuerte y ajustado al palo, fue atajado no sin dificultad por Casto. Poco después, el acierto del extremeño se iba a tornar en error ya que, al borde del 40', un contragolpe de los nazaríes acabó con una salida en falso de Casto -que no acertó a hacerse con la pelota-, cayendo el balón en los pies de Franco Jara, que cedió a Martins para que, a placer, pusiera el 0-2 con el que se llegó al descanso.
Tras la reanudación, la entrada de Pozuelo por Salva Sevilla dio otro aire al Betis, más volcado al ataque, con un juego más alegre, más dinámico... Para más inri, el Granada dio un paso atrás, a la espera de una oportunidad a la contra que bien pudo llegar a los siete minutos de la segunda mitad, con un disparo de Dani Benítez que se marchó desviado. La respuesta bética no se hizo esperar, gracias a un fuerte disparo de Iriney que se fue rozando el palo de la meta nazarí.
Con el Betis dominando, Pepe Mel apostó por toda su artillería haciendo entrar en el campo a Jorge Molina por un desacertado Rubén Castro y, poco después, a Jonathan Pereira por Isidoro. Con más mordiente, el gol local parecía cuestión de tiempo, pero, sin duda, la fortuna no estaba del lado de los heliopolitanos. Una doble ocasión de Molina en el 68', que no encontró a Santa Cruz por muy poco, primero, y fusiló sin éxito a Julio César, después; otra del alcoyano que no acabó en gol porque Siqueira se cruzó en el último momento; y un disparo de Pozuelo que se fue fuera por muy poco, metieron el miedo en el cuerpo a los pupilos de Abel Resino. Tanto, que en el 81' Jonathan Pereira acortó distancias tras un saque de esquina de Beñat.
Un merecido premio a la segunda mitad bética que dio intensidad al final del duelo. Con el empate cada vez más cerca, el Betis se lanzó al ataque con todo pero, sin embargo, fue el Granada el que pudo acabar el encuentro con algún tanto más a favor, de no ser porque un cabezazo de Ighalo no encontró la meta de Casto por muy poco.
Con el Betis dominando, Pepe Mel apostó por toda su artillería haciendo entrar en el campo a Jorge Molina por un desacertado Rubén Castro y, poco después, a Jonathan Pereira por Isidoro. Con más mordiente, el gol local parecía cuestión de tiempo, pero, sin duda, la fortuna no estaba del lado de los heliopolitanos. Una doble ocasión de Molina en el 68', que no encontró a Santa Cruz por muy poco, primero, y fusiló sin éxito a Julio César, después; otra del alcoyano que no acabó en gol porque Siqueira se cruzó en el último momento; y un disparo de Pozuelo que se fue fuera por muy poco, metieron el miedo en el cuerpo a los pupilos de Abel Resino. Tanto, que en el 81' Jonathan Pereira acortó distancias tras un saque de esquina de Beñat.
Un merecido premio a la segunda mitad bética que dio intensidad al final del duelo. Con el empate cada vez más cerca, el Betis se lanzó al ataque con todo pero, sin embargo, fue el Granada el que pudo acabar el encuentro con algún tanto más a favor, de no ser porque un cabezazo de Ighalo no encontró la meta de Casto por muy poco.
Al final, la mala primera mitad del Betis acabó costando los tres puntos a los de Pepe Mel ante un rival directo y, consecuentemente, los verdiblancos dejan escapar una oportunidad de oro para alejarse aún más de los puestos de descenso que, hasta hoy, marcaban los nazaríes.
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